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De Economia

Reflexión III

Me escribe un lector una reflexión profunda. Lo dice pero lo resalto: no es español. “Antes de nada quiero aclarar que no soy español: sólo resido aquí desde hace cuarenta y un años. Siento desde mi llegada a España, aparte de infinita admiración por tantos aspectos, sorpresa permanente y asombro constante por la contumacia con […]

Me escribe un lector una reflexión profunda. Lo dice pero lo resalto: no es español.

“Antes de nada quiero aclarar que no soy español: sólo resido aquí desde hace cuarenta y un años. Siento desde mi llegada a España, aparte de infinita admiración por tantos aspectos, sorpresa permanente y asombro constante por la contumacia con que se cometen ciertos errores. En aquellos años, principios de los setenta, las principales fuentes de ingresos de España eran las remesas de los emigrantes y el turismo: es decir, dinero que venía del extranjero y el obtenido del sol y sus derivados. Me pregunto si las cosas han cambiado mucho desde entonces.

Cuando era niño, muy niño, me enviaban a una academia de dibujo. De mayor viví y vivo de aquello que empecé a aprender entonces: con mayor éxito profesional que económico, pero como resultado de una opción elegida. Camino de esa academia, había varias tiendas. En una de ellas, al lado de una casa especializada en complementos para trajes de novias, ramos, coronas y diademas y frente a una floristería, había una fábrica y tienda de muebles en la que vendían muebles de estilo. Hacía poco había aprendido a leer y obviamente, lo leía todo: jamás olvidaré aquel cartel que un día me sorprendió en la tienda de muebles: ‘Liquidación total por cambio de ramo’. Creo que sabía lo que era una liquidación, pero lo del cambio de ramo… justo enfrente de una floristería y de una fábrica de ramos de novia… no me encajaba mucho. Mi padre me explicó qué era el ramo ese: como no venden lo que fabrican, van a fabricar y vender otra cosa para seguir ganando dinero. Más claro…

Cuando leo en la actualidad que la solución de lo que sucede actualmente pasa por cambiar determinadas condiciones de contratación laboral, condiciones de negociación colectiva, edades de jubilación, colocación de deuda pública a meses, años o lustros… y fijamos esperanzas en la mejora de los índices de desempleo por la campaña turística del verano, me pregunto si no estamos como en los años setenta, esperando dinero del extranjero y extranjeros con dinero. ¿No sería conveniente ir pensando en un cambio de ramo, aunque sea pequeñito..? Un Made in Spain en productos y servicios diferentes a los actuales.

La campaña turística del verano, “gracias” a los sucesos del norte de África, auguran que será estupenda, hará descender el paro y nos hará olvidar la amargura de los pepinos de esta primavera. En otoño, ya veremos, Dios proveerá. Casi ciento sesenta años después de la guerra de Crimea, no podemos seguir compartiendo la ocurrencia de aquellos agricultores castellanos, que viendo que sus rivales comerciales se enzarzaban en una contienda, cantaban alborozados pidiendo más lluvia, sol y guerra en Sebastopol. Es, simplemente, irresponsable.

Creo que en este país, potencial, en todos los órdenes, hay más que suficiente; vengo del mundo de la creación y me consta. Es cuestión de echarlo a rodar, de apoco, que ya solo tomará impulso. Tal vez lo que más necesitemos sean unos dirigentes más preparados, creativos, cultos y decididos, que no piensen que para dirigir la economía de un país es suficiente con haberse empollado, como mucho, el Calendario Zaragozano”.

Fui intercalando mis respuestas.

Estructuralmente, no. En el 2006 Construcción + Automóvil + Turismo + Hostelería = 35% PIB de España. El problema es que no se puede cambiar teniendo en cuenta como España es: hasta ahora, todos los booms que España ha tenido han ido asociados al ladrillo.

Sí, estamos como entonces, pero con una diferencia: entonces la deuda era ridícula: se compraba si se tenía dinero, hasta ahora se ha comprado lo que se ha querido porque ‘se ha dado’ crédito. Claro, claro, se he crecido mucho, muchísimo, y se ha alcanzado un estándar de vida inimaginable en los 70, pero se debe casi todo, y la capacidad de endeudamiento se ha agotado, y no nos dan más porque ya no hay negocio que hacer.

Pero el ingreso diario medio por turista no cesa de caer: vienen más pero cada uno gasta menos el tiempo que está: ocasionan muchos costes y generan poco PIB, mal asunto.

No se dice, pero pienso que más de uno en Ford, GM o Chrysler se alegró mucho por la caída de producción automovilística de Toyota debido al terremoto.

Hoy las cosas ya no van así: un genio excéntrico yendo por libre y diseñando maravillas que alguien compra para explotarlas. Hoy se va en grupo, con mucha financiación y una gran organización eficiente y productiva, y de eso España …

En otro orden de cosas, ¿si?, da mucho para pensar la fórmula que se está pensando para ‘ayudar’ con 30 mM€ a la banca tenedora de la deuda griega, ¡huy, perdón!, a Grecia: que esos millones sean aportados de forma voluntaria por los acreedores. La fórmula es verdaderamente ingeniosa. Se difunde que Grecia no puede pagar (lo que es absolutamente cierto, claro que la verdad es que nadie puede pagar todo lo que debe, pero eso, de momento, no se cuenta); luego se les dice a los acreedores que si no acceden voluntariamente a la prolongación de siete años en el plazo de cobro Grecia dirá que no paga, por lo que los acreedores tendrán que sacar esas deudas de sus activos y pasarlas a pérdidas, cosa que no pueden hacer porque tienen sus balances bajo cero; los acreedores dicen que sí, que voluntariamente prolongan, por lo que Grecia no impaga, y todos gana un tiempo precioso.

¡Me recuerda tanto esta historia al film “El ángel exterminador”! (Luís Buñuel, 1962): nadie salía de la casa porque fuera había un monstruo que devoraría a quien saliese, todas y cada una de las personas que se encontraban dentro de la vivienda creían a pies juntillas que eso iba a suceder, hasta que alguien salió al exterior y comprobó que ningún monstruo merodeaba por los aledaños. Grecia no va a pagar, ni Portugal, ni España, ni Suecia si se lo exigiesen, y se sabe, pero es conveniente mantener la ficción del monstruo, y, mientras tanto, esquilmar lo posible a los deudores (esquilmar, que no curar: ¿curaba el sangrado al que se sometía en el pasado a los enfermos?), claro, amenazándoles con el fuego eterno a fin de que ni se les ocurra pensar en la Vía Islandesa. ¿Saben quién utilizaba un método parecido de funcionamiento?, pues la Santa Inquisición.

Porque, para Grecia misma, ¿qué más da lo que haga?. Si no acepta lo que le exigen está condenada: a las tinieblas exteriores, y si lo acepta, también: a la miseria.

Reflexiones

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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